El 7% de los tumores mamarios se diagnostican antes de los 40 años, una edad en la que en la actualidad muchas mujeres aún no tuvieron hijos. Los especialistas aseguran que “es posible y seguro” ser madre tras el tratamiento. Tres historias que así lo demuestran
En julio de 2014 a Rosario le detectaron un cáncer de mama muy agresivo en su pecho izquierdo. Tenía 36 años y su doctora le indicó hacer una cuadrantectomía, esto es, una cirugía que extirpa el tumor y los tejidos que lo rodean sin extraer la mama.
Luego siguió con quimioterapia, rayos y finalmente un tratamiento a largo plazo con tamoxifeno, que mantuvo durante tres años hasta que en 2018, con asesoramiento de sus médicos, decidió interrumpirlo para cumplir con un sueño: ser madre.
“Tuve muchísimos miedos, había gente que me decía que era una bomba de hormonas, que no me iba a hacer bien quedar embarazada después del tumor. Pero mi deseo de ser madre fue más fuerte”, cuenta ahora, cuando su hijo Joaquín, de cinco años, disfruta de los últimos meses en el jardín antes de empezar la primaria.
La historia de Rosario está lejos de ser un hecho aislado. En la Argentina se detectan cada año 22 mil nuevos casos de cáncer de mama y se estima que el 7% se da antes de los 40 años, lo que significa que estos diagnósticos coinciden con la etapa de mayor fecundidad de las mujeres.
Es por eso que muchas veces en los consultorios médicos se plantea un doble desafío: iniciar los tratamientos oncológicos rápidamente -y en paralelo- hallar el mejor camino para preservar la fertilidad.
Según explicó en ese sentido la doctora Gabriela Candás (MN 92464), miembro de la Sociedad Argentina de Mastología (SAM) y cirujana mastóloga del Hospital Británico de Buenos Aires, “toda paciente en edad fértil debe recibir asesoramiento en cuanto al impacto que los tratamientos tendrán en su fertilidad futura y si lo desea, debe ser rápidamente derivada a un especialista en oncofertilidad para el estudio de su reserva ovárica, así como para ofrecerle el mejor procedimiento de preservación de la fertilidad”.
El método más comúnmente usado es la criopreservación de ovocitos, por el cual se congelan los óvulos antes de iniciar la terapia contra el cáncer con el objetivo de fecundarlos e implantarlos en un futuro. Previamente, los expertos le brindan a la paciente información sobre los efectos que pueden tener los tratamientos. Los esquemas de quimioterapia, por ejemplo, contienen drogas que ejercen un efecto gonadotóxico, es decir que actúan en forma directa sobre las gónadas y pueden comprometer la fertilidad futura.
En este punto, Candás agregó que “el deseo de maternidad futura no modifica los tratamientos que se tienen que llevar a cabo. Toda paciente con diagnóstico de cáncer de mama deberá recibir el tratamiento acorde al estadio y la biología de su enfermedad. Pero la rápida consulta al especialista en oncofertilidad evitará demoras innecesarias”.
Un plazo de dos años
Tal como sucedió con Rosario, los expertos recomiendan retrasar un tiempo la búsqueda del embarazo después de atravesar el tumor. “En general se recomienda esperar dos años, ya que es el período en el que con mayor frecuencia podemos encontrar alguna recaída de la enfermedad. Sin embargo, hoy contamos con evidencia científica para suspender temporariamente el tratamiento en algunos tipos tumorales (aquellos que expresan receptores hormonales) y retomarlo luego de dos años, en los que la paciente puede buscar el embarazo, tener su bebé y amamantar”, precisó la doctora Sabrina Barchuk (MN 126304), miembro de la SAM y médica de planta de la sección Mastología del Hospital Fernández.
Las especialistas consultadas aclararon que no se recomienda el embarazo mientras se está recibiendo un tratamiento oncológico activo. Por lo cual, toda paciente que recibe quimioterapia, radioterapia u hormonoterapia, debe utilizar un método anticonceptivo seguro. “Si el deseo de embarazo existe, debe consultar con el especialista quien podrá asesorarla sobre el tiempo que debe transcurrir entre la suspensión del tratamiento y el inicio de la búsqueda”, remarcó Barchuk.
En el caso de Rosario, que tuvo un subtipo muy agresivo de cáncer de mama (un carcinoma invasor de mama bilateral), el tumor reapareció ocho años después en el pecho derecho, por lo que actualmente se encuentra en tratamiento tras haberse sometido en septiembre a una mastectomía con posible reconstrucción. Sin embargo, nada de esto impidió que con el asesoramiento adecuado pudiera cumplir el sueño de ser madre. “Mis cuidados fueron a rajatabla con mi mastóloga y mi oncólogo, además de mi obstetra, quienes me ayudaron a disipar dudas y miedos”, contó.
En su experiencia, y a la luz de la evidencia, según Candás, “no hay ningún tumor de mama tras el cual se desaconseje el embarazo. Sí hay que tener en cuenta también que según el tratamiento realizado algunas drogas tardan más en ser eliminadas del organismo por lo que se requiere esperar para que no produzcan alteraciones en el crecimiento ni desarrollo del bebé”.
A lo que Barchuk agregó: “Tampoco hay inconveniente en amamantar tras haber sido tratada por un cáncer de mama. Suele ocurrir que el bebé rechaza la mama que ha tenido el cáncer y se desconoce la razón que lo genera, pero puede realizarse la lactancia con la otra mama. También es frecuente que si la mujer ha recibido radioterapia produzca menor volumen de leche de la mama tratada. Pero no hay ninguna evidencia científica que demuestre que ello produzca un daño para la madre ni para el niño lactante”.
La importancia de no retrasar el tratamiento
Los especialistas coinciden en que cuanto antes se comienza el tratamiento una vez recibido el diagnóstico, más efectivo será. De hecho, el 90% de los tumores mamarios son curables en sus primeras etapas de desarrollo.
“Yo atravesé el camino del tratamiento oncológico, sin pensar en qué momento llegaría mí posibilidad de ser mamá. Cuando sentí que era el tiempo, tomé la decisión”, contó Nadia, a quien en 2018 le diagnosticaron un tumor de mama luego de que ella misma detectara “una pelota” en su pecho izquierdo. Como tenía una mutación en el gen BCRA2 que aumentaba el riesgo, le indicaron extraer también la mama derecha en forma preventiva. Luego inició un esquema que incluyó cuatro sesiones de quimioterapia, 24 de rayos y un tratamiento a largo plazo con tamoxifeno.
“En principio sentí que se frustraba mí sueño de ser mamá. ‘Mastectomía bilateral’ me sonaba a no poder ser una buena mamá, porque no iba a poder amamantar a mí bebé. Fue difícil atravesar la idea de que un cáncer tan joven podría arrebatarme la vida, pero me convencí de que no iba a ser así. Ahí fue cuando decidí que ser mamá iba a ser parte en mi vida”, recordó sobre el momento en que su cabeza hizo un clic que le permitió pasar de los miedos a la esperanza de superar el tumor y encarar la maternidad.
En 2020, con 35 años, tomó la decisión de someterse a un tratamiento de fertilidad. El primer intento no funcionó, pero con el segundo llegó el tan esperado resultado: positivo. “Una vez que logré quedar embarazada, solo tuve los cuidados que cualquier futura mamá tiene. Desde lo físico, trate de mantenerme en movimiento, hice natación hasta muy poco antes del parto. Cuidé mi alimentación, no en forma excesiva, pero sí pensando en lo mejor para nosotras”, relató sobre la gestación de su “hermosa niña”.
En su experiencia, el acompañamiento médico fue clave para superar miedos y disfrutar de un momento único a pesar de los obstáculos iniciales que le planteó la enfermedad. “Mi mastóloga fue mi ancla con la vida. Mi familia lo fue y lo es todo, pero tener un profesional que te haga sentir segura y te hable con claridad, te hace dar cada paso con seguridad”, sostiene.
Un camino posible y seguro
A los 41 años, Yamila ya había sido mamá y planeaba tener otro hijo cuando le detectaron un carcinoma in situ de mama. “Se me vino el mundo abajo. Además del miedo y la incertidumbre por lo que iba a venir, tuve que dejar de lado los planes de quedar embarazada, algo que deseaba mucho. Sentí que me tenía que ‘resignar’ a no tener otro bebé”, recuerda.
Todo fue muy rápido. El diagnóstico llegó el 5 de agosto de 2020, en plena cuarentena por la pandemia de COVID-19, y en menos de dos semanas entró a quirófano. Para octubre, ya estaba haciendo radioterapia, a lo que le siguió un tratamiento con tamoxifeno de forma diaria.
Una vez finalizadas las sesiones de rayos, Yamila habló con su mastóloga y comenzó a buscar su segundo hijo. A los dos meses quedó embarazada. “Mi vida fue normal y me realicé ecografías mamarias de control. Mi mayor miedo era que el tumor reincidiera, porque sabía que no podía realizarme mamografías estando embarazada, pero confíe en que todo iba a estar bien, que la vida me había dado otra oportunidad y nada tenía porque salir mal”, cuenta.
En el marco del Día Mundial del Cáncer de Mama, Yamila dejó un mensaje a otras mujeres que hoy afrontan una situación similar: “Yo les diría que vayan paso a paso, que se enfoquen en su tratamiento y que hablen con su médico sobre las posibilidades y riesgos de buscar un embarazo. Y sobre todo, que no pierdan las esperanzas siempre la vida nos da una oportunidad: todo llega”.
El próximo lunes 30 de octubre, de 18 a 20, la SAM llevará a cabo el encuentro “Emociones Compartidas” para mujeres que han atravesado un cáncer de mama, una actividad presencial coordinada por las doctoras Carola Allemand, Verónica Fabiano y Mariela Motta.
En este encuentro, Mariana Naiman y Camila Gómez invitan a ponerle palabras e imágenes a esta enfermedad, en un recorrido que ambas han creado luego de atravesar un diagnóstico de cáncer. Para mayor información e inscripción, en las redes sociales de la Sociedad Argentina de Mastología.
Fuente: Infobae