Desde la Sociedad Argentina de Mastología indican que 1 de cada 8 mujeres habrá desarrollado cáncer de mama en algún momento de su vida al llegar a los 80 años. Es clave tomar conciencia de la importancia de los chequeos, conocer tratamientos y poner el tema en primer plano.
El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente en la mujer. Según informes de la Sociedad Argentina de Mastología, en Argentina se detectan entre 15.000 y 20.000 casos nuevos cada año. La misma organización calcula que 1 de cada 8 mujeres que hayan alcanzado los 80 años habrá desarrollado la enfermedad en algún momento de su vida.
Un dato clave en este tipo de tumores, originado por el crecimiento rápido y desordenado de las células que revisten los conductos de la mama, es que de no ser tratado en forma temprana puede avanzar a otras zonas del cuerpo. SI bien no se trata de una enfermedad prevenible, sí es vital la detección precoz que permite iniciar el tratamiento en forma temprana, utilizando terapias menos agresivas y más eficientes.
Dado que en sus fases iniciales es una enfermedad asintomática, "en esta etapa sólo se puede detectar el tumor mediante la realización de estudios mamarios de control con el mastólogo y la mamografía anual", de acuerdo a lo que señala el doctor Francisco Terrier (MP 111.140), miembro de la Sociedad Argentina de Mastología.
En este sentido una y otra vez conviene recordar que los controles periódicos son clave y por eso desde la Sociedad Argentina de Mastología indican que es recomendable realizar una mamografía anual a partir de los 40 años en caso de no tener antecedentes familiares. Si hubiera antecedentes, los controles deben comenzar 10 años antes de la edad en la que la enfermedad se presentó en el familiar.
Por otra parte, Terrier detalla que “cuando ya está presente algún síntoma, significa que hemos salido de la etapa inicial, asintomática. El signo más frecuente es sin ninguna duda la palpación de un tumor, nódulo o dureza en la mama. Hay otros síntomas de menor ocurrencia, como ser las retracciones o hundimientos en la piel o el pezón, el enrojecimiento a nivel de la piel de la mama, la descamación del pezón, el derrame de sangre por el pezón y la palpación de un bulto en la axila. Cuando una mujer detecta alguno de estos signos, debe consultar inmediatamente al especialista para aclarar su origen”.
El especialista diferencia entre factores de riesgo modificables y aquellos que no lo son. “Los principales factores de riesgo no modificables -es decir, aquellos que no podemos evitar- son ser mujer y la edad, ya que la posibilidad de desarrollar cáncer de mama aumenta con los años. Tener antecedentes familiares de cáncer de mama también aumenta el riesgo, pero este factor debe ser considerado en su justa medida, dentro de un abanico muy amplio de posibilidades asociadas a la cantidad de familiares que tuvieron la enfermedad, el grado de proximidad del parentesco, la edad de ocurrencia de ese caso, entre otros que evaluará el mastólogo en la consulta". Aclara que el hecho de tener un factor de riesgo no quiere decir que se vaya a desarrollar un cáncer de mama sino que hay mayor riesgo de que eso ocurra.
Entre los factores modificables, Terrier señala que "es fundamental cuidar el peso, ya que la presencia de sobrepeso -especialmente después de la menopausia- aumenta la posibilidad de desarrollar la enfermedad. También es recomendable moderar el consumo de alcohol, no fumar y analizar detenidamente la utilización de terapias de reemplazo hormonal”.
Fuente: MDZ