Cáncer de mama: ¿hasta qué edad hay que hacerse mamografías?
Un estudio advierte sobre el sobrediagnóstico a partir de los 75 años. Qué dicen las guías y las sociedades médicas argentinas.
El cáncer de mama no es solo el tumor más frecuente en mujeres, es también el que más casos genera en el país: 22 mil nuevos durante 2020, según datos del Observatorio Global del Cáncer, y unas 6000 muertes anuales. Sobre ese último punto, en las estadísticas locales se observa una tendencia alentadora: la mortalidad muestra un descenso sostenido y significativo en las últimas dos décadas.
En la búsqueda de razones, la evolución en los tratamientos explica solo una parte, ya que un factor fundamental e indisociable de esos avances es el diagnóstico temprano favorecido por los controles periódicos, con la mamografía como método principal.
Llegar antes
Las mamografías de rutina favorecen la detección temprana del cáncer de mama (incluso antes de que manifieste síntomas físicos o pueda palparse), lo que eleva las posibilidades de cura, con tratamientos menos agresivos que los que se realizan cuando el tumor está más avanzado.
"La mamografía es el único método de imágenes que en la actualidad ha demostrado reducir tanto la mortalidad por cáncer de mama (30-40%) como la incidencia de cáncer de mama avanzado (25%) (compromiso local y regional), a través de numerosos ensayos clínicos randomizados. Los avances en el tratamiento del cáncer de mama no reemplazan la necesidad de las pruebas de tamizaje", subraya el Consenso Nacional Inter-Sociedades sobre Tamizaje en Cáncer de Mama 2021.
A partir de qué edad y hasta cuándo realizarla, es un tema sobre el que hay ciertas diferencias, de acuerdo a dónde provenga la recomendación y en base a los factores que se ponen en la balanza.
¿Hasta cuándo?
Un trabajo publicado recientemente en la revista Annals of Internal Medicine realizado por investigadores de diferentes universidades de Estados Unidos y subvencionado por el Instituto Nacional del Cáncer de ese país concluyó que que las mamografías anuales después de los 75 años no brindaban más beneficios que daños con respecto a la calidad de vida de la mujer y el costo de la atención.
No obstante, el examen realizado cada dos años entre los 75 y los 80 años sí fue costo-efectivo en ese sentido, aunque evitó pocas muertes, especialmente en mujeres con otras enfermedades asociadas (comorbilidades).
Según los autores del trabajo, las mujeres que consideren hacerse una prueba de detección después de los 75 años deben sopesar los daños del sobrediagnóstico frente al beneficio potencial de evitar la muerte por cáncer de mama.
El Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE. UU. (U.S. Preventive Services Task Force) recomienda realizar mamografías cada dos años para las mujeres hasta los 74 años, mientras que la Sociedad Estadounidense del Cáncer recomienda las mamografías para las mujeres mayores de 74 años si tienen una esperanza de vida de 10 años o más.
¿Qué ocurre en Argentina?
El Ministerio de Salud recomienda a todas las mujeres entre los 50 -edad a partir de la que aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de mama- y los 69 años, sin antecedentes personales ni familiares de cáncer de mama (en este caso deberían comenzar antes), realizarse una mamografía cada uno o dos años.
Eso no quiere decir que antes de los 50 o después de los 69 las mujeres no deban realizarse mamografías, aclaran desde la cartera de salud. Fuera de ese rango etáreo sugieren consultar con el médico acerca de la conveniencia de hacer el examen.
"La decisión debe ser personalizada y de acuerdo a los antecedentes familiares de la enfermedad y factores de riesgo de cada mujer", dice una guía elaborada por el Instituto Nacional del Cáncer, que depende del ministerio.
La indicación de las sociedades médicas es diferente. El consenso suscripto por la Sociedad Argentina de Mastología (SAM), la Sociedad Argentina de Radiología (SAR) y la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC), el Instituto de Oncología Ángel Roffo y otras cinco asociaciones recomienda en mujeres con riesgo promedio iniciar los controles con mamografía a los 40 años, sin edad de finalización determinada y sugiere continuar mientras la expectativa de vida excede los 5 años.
"Una cosa es el screening, los programas y campañas organizadas impulsadas desde el Estado para promover exámenes en la población, y otra cosa es lo que se llama la pesquisa oportunista, en la que una mujer acude a una consulta para hacer sus controles y para esas recomendaciones actúan las sociedades médicas", diferencia en diálogo con Clarín Juan Luis Uriburu, presidente de la SAM y jefe del Servicio de Mastología del Hospital Británico.
"Hoy la expectativa de vida promedio está alrededor de los 75 años y se va a extendiendo cada vez más. Con esos valores, hasta los 80 años tendríamos que pedirla. Pero eso se evalúa en el consultorio, con la paciente enfrente, de acuerdo a que tenga o no comorbilidades", explica y destaca que en esa etapa de la vida se apunta a la "personalización" de las pautas.
"El objetivo es que, si encontrás algo, se justifique que vayas a actuar para resolverlo, si no no tiene sentido hacerlo."
Coincide Valeria Cáceres, jefa del departamento de Oncología del Instituto Roffo: "En la actualidad, la indicación (de continuar con las mamografías a edades avanzadas) pasa más por las características clínicas de la paciente que por su edad cronológica".
Sobre el análisis de costo-efectividad realizado en Estados Unidos, la médica destaca que su principal limitación es que "se trata de un estudio retrospectivo y que no tiene cohortes (grupos de mujeres) comparadas con y sin mamografía para ver cómo influye exactamente la intervención en esta población".
Y enfatiza, al igual que el mastólogo, que la mamografía cuenta con evidencia científica robusta que la respalda como método de diagnóstico precoz con un rol clave en la reducción de la mortalidad.
Reducir el sobrediagnóstico
Uriburu dice que ese tipo de trabajos, que advierten sobre los riesgos del sobrediagnóstico y el sobretratamiento, son cada vez más frecuentes.
"¿Qué quiere decir? ¿Que estamos inventando un diagnóstico de un cáncer que no está? -se pregunta el médico-. No. El cáncer está. El tema es poder identificar cuáles de esos tumores van a tener un impacto en la sobrevida de esa paciente, porque quizás estamos encontrando tumores muy iniciales y en algunas pacientes muy adultas esos tumores tal vez nunca se hubieran puesto en evidencia clínica."
"No quiere decir que se invente el diagnóstico, la enfermedad está", insiste el especialista. Pero al tratarse de mujeres de edad muy avanzada y especialmente si tienen comorbilidades asociadas, lo que se trata de evaluar si detectar y tratar es beneficioso.
En ese contexto, se ve con claridad la relevancia de la personalización en el abordaje del cáncer, tanto en lo vinculado al diagnóstico, como al tratamiento.
"Por otro lado, estos trabajos también destacan la tasa de falsos positivos", agrega Uriburu y aclara: "Falsos positivos no significa que el cáncer no esté, sino que se diagnostica una imagen sospechosa que va a requerir repetir estudios, llegar a una biopsia y en algunos de esos casos se van a encontrar tumores, pero en otro porcentaje no".
"Estamos buscando cuáles son los casos en los que dejemos de generar estudios de más, pero sin perder lo que hemos ganado en descenso de la mortalidad. Y esto no se consigue dejando de hacer la mamografía. Tal vez, es identificando a qué imágenes les vamos a prestar atención y a cuáles no, pero no dejando de hacerla o haciéndola cada dos años. En mi opinión, ese no es el camino", concluye.
Fuente: Clarín - Acceda aquí para leer el artículo original.