Un paso fundamental en la prevención del cáncer de mamas fue la creación de este artefacto.
El primer aparato de radiología especial para estudiar las mamas (mamógrafo), se creo en la década de 1960, y una compañía de seguros de Nueva York, impulsó el primer estudio en el que durante cuatro años seguidos se hicieron mamografías y examen físico a 31.000 mujeres “sanas”.
Durante el mismo período a otras 31.000 con similares características, se las controló sin realizarles ningún examen especifico. Luego siguieron a las mujeres de ambos grupos durante 18 años y observaron que en el grupo que se realizó mamografías hubo un 30% menos de muertes por cáncer de mama que en las que no hicieron. Era la primera vez en la historia que se lograba disminuir la mortalidad producida por esta enfermedad.
Otros estudios similares en diferentes partes del mundo pudieron repetir estos resultados, mostrando que si se encontraban lesiones pequeñas antes que se hagan palpables la curación de la enfermedad era posible.
Así fue que en la mayoría de los países donde el cáncer de mama es una enfermedad importante, los organismos de salud pública organizaron programas en los que se invitan a mujeres sanas a realizarse mamografías rutinariamente.
Obviamente, en estos cincuenta años ha habido muchos adelantos tecnológicos que incluyen a los equipos de mamografía, que para su mejor comprensión podemos compararlo con los avances y cambios que hubo en la fotografía.
Inicialmente estos equipos estaban formados por un tubo de molibdeno, una plataforma donde se apoyaban una película envuelta en cartón y la mama que luego era comprimida por el tubo de rayos. Entre los años ’70 y ‘90 se desarrollaron numerosos cambios que permitieron disminuir la dosis de radiaciones y mejorar la calidad de las imágenes, así como amplificar las imágenes de algunas zonas para visualizarlas con mejor detalle. Luego que los rayos x atraviesan la mama generan una imagen latente en la película. La película es revelada, igual que los rollos de fotografía y las imágenes obtenidas, mamografías, son negativos, tal cual como cuando se revelaban los rollos de las cámaras fotográficas antes de imprimir las fotos en papel. A estas mamografías y fotografías se las llama analógicas.
Cerca del año 2000, la mamografía digital aparece lentamente, mucha gente desconfiaba de la misma porque no ofrecía la misma resolución (definición de imagen) que la analógica.
Hay dos sistemas de mamografía digital. En uno se utiliza el mismo mamógrafo analógico, pero se reemplaza la película por una pantalla de fósforo que se carga eléctricamente luego del disparo con rayos x. Esa pantalla es escaneada y la información eléctrica se transforma en imagen digital; este sistema se llama mamografía digital indirecta o CR. El otro sistema consiste en un mamógrafo que tiene un tubo emisor de rayos x similar, pero el receptor de los rayos que atraviesan la mama genera una imagen digital directamente, este sistema se llama mamografía digital directa o DR. No es posible utilizar el mamógrafo analógico que ya teníamos y cambiarle el receptor, necesitamos comprar todo un aparato nuevo y más caro que los analógicos. Las imágenes digitales obtenidas con ambos sistemas podemos verlas y analizarlas en monitores especiales de alta resolución y también pueden imprimirse en películas. Muy parecido a lo que puede hacerse con la fotografía digital.
A fines del 2005 se publica un estudio muy importante llamado DMIST, donde se estudiaron 49.500 mujeres a las que se les realizaron mamografía analógica y digital. El resultado mostró que no había diferencias entre ambos métodos. A partir de allí, al igual que sucedió con la fotografía, la migración hacia la tecnología digital fue muy rápida. En 2005 en EEUU sólo el 7% de los mamógrafos eran digitales en 2012 aproximadamente 87% de los mamógrafos son digitales. En Argentina la migración hacia la tecnología digital no fue tan rápida, pero avanza sostenidamente y sin retorno.
Hoy, ya hay equipos digitales de tercera generación y algunas investigaciones científicas muestran que la detección de carcinomas es mayor con la mamografía digital que la analógica.
Pero la mamografía no es una técnica perfecta, no puede detectar todos los carcinomas y no todas las lesiones que detecta son carcinomas. Hay mamas que están compuestas mayormente por tejido adiposo, que es gris oscuro en la mamografía, detectar lesiones malignas que se ven blancas en ellas es relativamente fácil mientras que las mamas con predominio de tejido fibroso y glandular se ven blancas y detectar blanco sobre blanco es más difícil, fundamentalmente por la superposición de tejido. Es por ello que, muchas veces en las mujeres con mamas densas se complementa su estudio con ecografía.
El último desarrollo de la mamografía es la tomosíntesis. El equipo es un mamógrafo digital directo, pero además, el tubo se desplaza sobre la mama 15° efectuando 15 microdisparos y luego por un sistema de computación se generan cortes de 1mm de la mama, evitando la superposición de tejido. Los estudios iniciales son alentadores mostrando una mayor capacidad de detectar carcinomas y menor cantidad de reestudios por lesiones benignas. Si los mismos se confirman en los estudios con grandes números de mujeres es posible que ocurra su diseminación masiva.
Mamografías y radiaciones:
Como describimos la mamografía utiliza rayos X, pero ¿cuán nocivas son estas radiaciones?
La dosis recibida por la glándula mamaria al realizar un estudio completo de dos incidencias por mama es de 3,7 mGy para mamografía digital y de 4,7 mGy para mamografía analógica.
En la era de la mamografía analógica se decía que el riesgo de realizarse una mamografía equivalía al riesgo de fumar 3/8 de un cigarrillo, viajar 400 km en auto o 700km en avión o escalar una montaña durante 20 segundos.
Frecuentemente algunas mujeres nos solicitan realizar mamografías con protectores plomados para tiroides: según la Comisión Internacional sobre Protección Radiológica la tiroides recibe una dosis promedio máxima de radiación efectiva de 0, 13 μSv para mamografía digital y 0,17 μSv para la analógica. Comparando con la radiación anual natural del medio ambiente en EE.UU. de 3,1 μSv, la dosis recibida por la tiroides luego de una mamografía bilateral tiene un efecto dañino igual o menor que 30 minutos de exposición a la radiación natural del medio ambiente, indicando que la dosis de radiación recibida por la tiroides luego de la mamografía bilateral con es en efecto despreciable.
Como vemos son marcadamente mayores los beneficios que los riesgos por la radiación al realizarse una mamografía, de todas formas debemos ser cautos y no utilizarla cuando no es necesario, especialmente en mujeres jóvenes que presentan mayor radiosensibilidad.
Asesoramiento: Dr. Daniel Lehrer, Miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Mastología (SAM). MN: 64586
Argentina, marzo de 2014