Cáncer: qué alimentos son "protectores" y cuáles son nocivos

Hay ciertos nutrientes que contribuyen a reducir el riesgo, como el trigo y la ciruela. Qué pasa con los azúcares y las grasas.
 
 
A la hora de reducir el riesgo de desarrollar un cáncer es posible encontrar acciones comunes a prácticamente todos ellos: no fumar, reducir el consumo de alcohol, alimentarse de manera saludable y hacer ejercicio físico en forma frecuente. Son hábitos que disminuyen el riesgo de al menos un tercio de los cánceres más frecuentes.
 
En este marco, la alimentación juega un rol muy importante en materia de prevención del cáncer y hoy sabemos qué productos colaboran con la prevención y cuales por el contrario favorecen al desarrollo de la enfermedad. El doctor Luciano Cassab (MN 79867), miembro de la Sociedad Argentina de Mastología y Jefe de la Sección Mastología del Hospital Milstein (ex Htal. Francés) explicó cómo trabajan los nutrientes en el cuerpo humano.
 
Existen alimentos llamados “protectores” como la cebada, trigo, cereza, zanahoria, nueces, ciruela, porotos de soja, semillas de lino y sésamo.
 
Del mismo modo, el aumento del consumo de frutas, verduras y aceite de oliva (ácidos grasos monoinsaturados, acido oleico) contribuyen a disminuir el riesgo.
 
También es importante sustituir cereales refinados por integrales, como por ejemplo el pan y la pasta integral, trigo, arroz integral, avena, cebada y quinoa. Y aumentar el uso de legumbres, garbanzos, chauchas, lentejas, etc.
 
¿Y qué pasa con los azúcares y grasas?
 
“Si bien las células neoplásicas (las que dan lugar a tumores) utilizan más glucosa que las normales, no se ha demostrado que el consumo de azúcares aumente el riesgo de desarrollar un cáncer. Pero si es evidente que un alto consumo calórico generan sobrepeso y la obesidad estaría directamente relacionada con el aumento de riesgo”, comenta Cassab.
 
Respecto de las grasas, detalló: “En pos de mantener un peso adecuado es recomendable reducir la ingesta de lácteos cremosos, quesos duros y cremas reposteras ya que tienen alto contenido graso saturado”.
 
Las calorías
 
Las carnes rojas de vaca, el cerdo y el cordero, tienen alta densidad calórica que incrementan la posibilidad de desarrollar un cáncer de colon, además del de mama.
 
Es nocivo también el consumo de comidas rápidas o chatarras más de una vez por semana y debemos evitar las carnes procesadas como las salchichas, embutidos o chacinados.
 
Una alimentación saludable nos permite no solamente reducir el riesgo de desarrollar cáncer, sino también varias enfermedades más, por lo que es preferible consumir carnes blancas de corral, frutas, verduras y hortalizas de huerta, no expuestas a fertilizantes, plaguicidas e insecticidas.
 
Acompañar la alimentación con prevención médica
 
“En lo que respecta específicamente al cáncer de mama, desde la Sociedad Argentina de Mastología recomendamos una mamografía anual a partir de los 40 en mujeres asintomáticas y sin antecedentes familiares de la enfermedad -eventualmente puede complementarse con la ecografía mamaria según las características de la mama-. En el caso de aquellas que sí presentan antecedentes, aconsejamos comenzar con los controles mamarios diez años más temprano que la edad en la cual se detectó la enfermedad al familiar o según la indicación de su mastólogo”, concluyó Cassab.
 

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