Educar para la vida, acompañar y contener

Cáncer de mamas: Tan solo un 16% de las mujeres mayores de 40 años va al mastólogo

 La salud y la enfermedad son un proceso que es parte de la vida y uno trata de mejorar siempre la calidad de nuestra vida.

Educando para la salud, tenemos la posibilidad de reducir las tasas de mortalidad y generar avances a lo largo del tiempo. Pero hay aspectos de la vida que son muy personales y complejos. Las posibilidades de acceso a la información, dependen de muchos factores que no vamos a analizar aquí, pero por dar un ejemplo numérico, ante una patología mamaria sólo el 16 % de las mujeres mayores de 40 años va al mastólogo, la mayoría consultaría al ginecólogo (59%) o al clínico (25%). Esto sucede porque todavía mucha gente desconoce que el profesional mastólogo es el especialista indicado para el tratamiento de las afecciones mamarias. La realidad nos indica que el especialista en patología mamaria suele ser consultado en porcentaje mayor por aquellas mujeres que han tenido la posibilidad de acceder a una educación completa.

Hay dos datos descriptivos muy importantes. El primero, es que en el hospital público, generalmente los pacientes nos llegan por derivación (enviados por médicos clínicos, ginecólogos u otros). El segundo dato indica que la media de los tumores detectados supera los 2 centímetros. En un consultorio privado o clínica prestadora de una obra social prepaga, la media se encuentra por debajo de 1 centímetro.

Por este motivo en el hospital público el diagnóstico es más tardío y las posibilidades de éxito del tratamiento pueden disminuir. Una mujer que sufre determinadas privaciones a causa de la inequidad social, tiene muchas más dificultades para ocuparse de sí misma y concurrir periódicamente al especialista. Recordemos que en el caso de los controles mamarios para prevenir el cáncer de mama, la periodicidad está internacionalmente establecida una vez al año, a partir de los 40 años. Desde la Sociedad Argentina de Mastología se recomienda una mamografía de base entre los 35 y los 37 años de edad en pacientes con exámenes clínicos normales sin antecedentes familiares de cáncer de mama. A partir de los 40, una mamografía por año. En pacientes con antecedentes fuertes (familiar directo, madre, hermana) se recomienda realizar la mamografía 10 años antes de la edad de detección del cáncer del familiar más cercano. Por lo general, es a los 30 años.

Aún no se tienen datos exactos, pero la accesibilidad a determinados estudios es desigual. En la ciudad de Buenos Aires y en la provincia, la mamografía digital es un estudio frecuente, por el contrario, en muchos lugares del interior no hay mamógrafo. Estos son los dos extremos, en el medio hay una gama de grises que depende de la situación de cada lugar. Por eso es muy difícil hacer un cálculo exacto a nivel país.

El imaginario colectivo construyó a lo largo del tiempo la idea del cáncer como sinónimo de sufrimiento y muerte. Hoy una mujer que se controla y trata la enfermedad de manera precoz, difícilmente atraviese situaciones no deseadas. Pero aún así, hay ciertos temores e ideas que permanecen.

Entre los efectos adversos de la combinación de ciertas drogas en la quimioterapia, la caída del pelo suele tener un impacto negativo muy fuerte por dos causas: el cambio en la imagen física y el consiguiente recuerdo de la enfermedad “esto me pasa porque estoy enferma”.

El otro temor asociado es la mastectomía -extracción de la glándula mamaria-. Hoy ya no se la menciona a “secas”, sino que se habla de “mastectomía con reconstrucción”. Esto implica devolverle al paciente la certeza de que su imagen física no se verá afectada. Para alejar temores, el profesional médico debe resaltar que se puede reconstruir por completo una mama y borrar las secuelas de una mastectomía.

Para ponerlo en otras palabras, la ignorancia médica convierte al profesional en un “asesino serial”, sólo es cuestión de tiempo y oportunidad. Pero aún con la pericia no alcanza, por eso el médico -cuando puede- debe tratar correctamente, cuando no puede debe acompañar adecuadamente y cuando no puede acompañar debe contener hasta las últimas instancias.

En la actualidad, no hay novedades que modifiquen el fondo de la cuestión. Pero sí es muy importante destacar que gracias a los avances científicos se ha logrado diversificar las estrategias para cada tratamiento porque cada caso es distinto y cada paciente tiene su particularidad.


Asesoramiento: Dr. Roberto Elizalde (Vicepresidente Sociedad Argentina de Mastología) – MN 46113
Argentina, octubre de 2012

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